lunes, 29 de abril de 2013

Orquídeas

"(...) Eso es el amor: estar contento con la existencia del otro, simplemente. No esperar nada de él".

Creo firmemente en esta cita de Jodorowski. Es más, yo no soy capaz de querer de otra forma que no sea así, a fondo perdido, como diría Bibiana Fernández.

Por lo que no puedo evitar preguntarme:¿qué dice de mí el que nadie me quiera así?

Mis padres me quieren muy a su pesar. Soy una gran decepción para ellos, tal vez incluso peor de lo que lo es mi hermano, porque después de tacharlo a él de la lista, sus esperanzas en mí se duplicaron. Y doblemente se han venido abajo.

Mi hermano, por el contrario, es de esas personas a las que ciega (y atonta) la pasión. Siempre quiso una hermana pequeña y llegué yo. Suena muy mal, pero lo cierto es que me quiere tanto que me ha puesto en una especie de pedestal, me supone una enorme cantidad de cualidades que no tengo a la vez que se niega a admitir defectos obvios. He llegado a la triste conclusión de quiere quererme tanto, que se niega a conocerme. Eso hace que me sienta muy sola.

Y no hay nadie más. Mi amiga M, me quiere porque nos conocemos desde siempre, me mira y ve su infancia, su adolescencia, su boda, el nacimiento de sus hijas...igualmente veo yo en ella mi primera casa, mis sueños, el tenis, las tardes de verano comiendo chucherías, los primeros cotilleos sobre chicos...
El ahora no importa entre nosotras: cada una es para la otra un álbum de fotos que recuerda tiempos, sino mejores, sí más abiertos a las posibilidades y a la esperanza.

"La esperanza, la semilla de la que brota la miseria eterna..."

Están mis gatos, que en mí es lo más parecido a tener hijos que jamás experimentaré: los colmo de ese amor que nadie quiere, que o bien se rechaza o es calificado insuficiente, valdío, superfluo.

Ésta es la existencia en la que ha acabado desembocando todo.

¡Qué raro! Cómo una niña tan normal, una adolescente tan tranquila, una joven con tantas posibilidades se convierte en esto que arrastro ahora por el mundo. No sé cómo o cuándo pasó, qué línea crucé o llegué a hallar para convertirme en esto. Pero supongo que ahora ya da igual.




miércoles, 24 de abril de 2013

Hoy me apetece...

... exorcizar a mi madre. Lleva años necesitándolo, pero hoy lo necesito más yo.

martes, 23 de abril de 2013

Gente

¿Por qué la gente se mete en la vida de los demás?

¿Por qué se creen con derecho a decirte qué debes hacer para resolver los problemas de tu vida? ¿Es que acaso no se dan cuenta de que en su vida tienen problemas propios de los que encargarse?¿No se dan cuenta de que, igual que ellos me solucionan la vida a mí en dos patadas, yo les puedo hacer lo mismo a ellos?

¿Les gustaría?

Porque como sigan tocándome las narices como hoy me las han tocado, no les queda mucho para averiguarlo.

Estoy que muerdo.

Puta gente.

viernes, 19 de abril de 2013

A partir de mañana

Estoy deseando que llegue mañana.

¿Sabéis por qué?

Porque a partir de mañana saldré de mi casa y me meteré en otro piso a limpiar la mierda que han dejado 3 tíos durante 9 meses de alquiler.

Y me apetece.

Me apetece porque no tendré que tratar con nadie, podré ponerme los cascos y escuchar algún audiolibro mientras hago algo físico. ¡Dios, lo que me apetece moverme! Pero no lo hago, me paso el día metida en mi habitación leyendo, viendo series, cotilleándoos los blogs, todo con el culo sentado en la cama. O durmiendo, que es lo único que realmente me apetece, aunque sea para tener pesadillas. Al menos en mis sueños me pasa algo, me despierto y tengo la sensación de que he vivido cosas.

Pues eso, que a partir de mañana me moveré. Saldré de casa y haré algo.

En esta situación, ese es mi único deseo, y el único que creo que puede cumplirse.

martes, 16 de abril de 2013

La vida inexistente

Ha pasado más de un mes desde mi última entrada y ya aviso a navegantes que esa es la única razón por la que estoy escribiendo. Porque mi vida durante este mes no daría ni para un SMS.

Voy a clase más o menos un 50% del tiempo. Generalmente comienzo la semana cumpliendo el miércoles o el jueves correspondiente me derrumbo, me tumbo en la cama y me dedico al muy denostado arte de convertir el oxígeno en dióxido de carbono... hasta el lunes siguiente en que lo vuelvo a intentar.

Y eso con respecto a las clases, porque en cuanto a relacionarme con la gente, eso es una causa perdida. Cuanto más lo intento, antes me derrumbo. Al final, tras muchas excusas, algunas verdades y muchos, demasiados plantones a la gente de mi alrededor, he decidido ser realista y contarles, al menos, parte de la verdad.

Así que ahora la gente con tan mal gusto como para acercárseme ya sabe a lo que se expone: les he contado que no me encuentro bien (pero no que ese es mi estado habitual), que voy al médico (que no al psiquiatra) y que tomo medicación contra la ansiedad (pero no antidepresivos, ¡Dios sabrá porqué!). Que últimamente (léase toda mi vida) tengo problemas  a la hora de relacionarme con la gente y que no esperen mucho más de mí, al menos de momento (probablemente durante un momento muy, muy largo).

Y una vez hecho eso, por lo menos se acabaron las excusas, las medias verdades y las flagrantes mentiras. Quien se quiera quedar, que se agarre los machos. Y quien decida irse, sin rencores. Yo también me iría si pudiera.