viernes, 10 de mayo de 2013

Violetas

Es posible que no exista tema que haya dado más citas célebres y proverbios populares que el amor.

Quizás el desamor, que no deja de ser el amor en negativo.

Yo me sé unas cuantas: "el amor es como los espíritus, todos hablan de ellos, pero pocos los han visto"; "ni la ausencia ni el tiempo son nada cuando se ama"; "una vida sin haber amado es una vida sin haber vivido";"al primer amor se le quiere más, al resto  se los quiere mejor",

"EL AMOR TE HARÁ LIBRE".

Esta última es de las que más resuenan en mi cabeza. No tanto porque crea que sea cierta, sino porque vivo en mis carnes todos los días la veracidad de su contrario: "el que no te amen esclaviza".

Duermo bajo su mismo techo, como a su misma mesa, limpio su suciedad como a veces ellos limpian la mía... y no compartimos ni un solo pensamiento ni un solo sentimiento. Tan solo este existir, la rutina de las pequeñas cosas de todos los días, esas insignificantes acciones que no tienen importancia para nadie hasta que eres incapaz de realizarlas (hacer la compra, pagar las facturas, limpiar los baños,...) Todo eso en lo que se basa la vida del día a día, aquello con lo que llenamos nuestras horas de vigilia, todo eso que no tiene sentido hacer cuando lo compartes con quien no te ama, con quien ni te desprecia tan siquiera porque has perdido la importancia necesaria para generar rechazo.
Nadie odia una puerta o una lámpara o un sillón: están ahí y son más o menos útiles. Y eso es todo lo que son.

Pues ese desamor engancha. Al principio porque crees que lograrás cambiar la situación: serás más guapa, más lista, vestirás mejor, serás siempre amable con la gente... Luego te rebelas, quizás incluso pensando que ya no te importa, que te "buscarás" a ti misma y dejarás de ser lo que los demás esperan de ti. Con el tiempo me he dado cuenta de que lo único que cambia es la perspectiva: en lugar de ser para gustar, te pasas al ser para desgradar, para llevar la contraria, para que se fijen: PARA QUE SE DEN CUENTA DE QUE ESTÁS AHÍ Y TE DUELE.

Después viene el sentimiento más lógico de todos: la tristeza. Quieres y no te quieren. O peor: te quieren porque no pueden evitarlo, porque un imperativo biológico o una concepción social está tan introducida en su ADN que no pueden no quererte. Pero no les gustas. Con el tiempo, hasta te desprecian. Quizás incluso surja el odio, aunque sea en lo más profundo de su subconsciente.

Y tú estás ahí. ¿Por qué no te mueves, por qué no escapas? 
Porque, pasado el tiempo suficiente, ya no puedes. No buscas que te quieran otras personas, en otro lugar, en algún tipo de futuro. Porque no te lo mereces. Porque si quien ha tenido todas las posibilidades de conocerte y amarte te rechaza tienes la seguridad de que todos lo harán.

Pero lo peor aún está por descubrir. El hecho de que, si por algún milagro o accidente de la vida alguien te ama...¿qué se hace?, ¿cómo quiere una a alguien?, ¿cómo se confía, cómo puedes llegar a creer en ese afecto? 

¿Cómo se devuelve amor por amor?

No lo sé. La mera posibilidad de tener que enfrentarme a la situación me aterra. 

Cuando te acostumbras al vacío, la plenitud es un castigo.


1 comentario:

  1. Tía, de no merecertelo nada, porque eres una persona de puta madre, así que quitate eso de la cabeza. Algún día conocerás a alguien que te corresponda y que os queráis, de verdad, eso no se busca, eso surje cuando menos te lo esperas... verás cómo sí! :) Arriba esos animoooosss!!!

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